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jueves, 10 de noviembre de 2011

Concepción

(¿Por qué no estás en el chat?)

¿Quien eres tú, hermosa?
¿Y quien soy yo que espía tus movimientos lejanos?
La estación fría en la que discurren tus sueños
se ha vestido de sol por estos días.
La nieve que se derrite en tus praderas
se ha traspasado a mis contornos habitados de lejanías
y palabras que se deshacen y se reinventan
para llegar hasta ti, oh princesa, transformadas en caricias.

Mujer

No, no termino de entenderte;
no entiendo tus silencios,
tus sonrisas alegres,
tus mudos misterios,
tus aperturas, tus sequedades, tus fábulas,
las lluvias de tus ausencias.

Trato de descifrar los códigos que te definen
pero se que a la larga es batalla baldía.
Quiero amarte como el sol ama a la flor.
Ligarme a ti como el naufrago a la ola.
Quiero colarme suave en tus pupilas
y ver lo que tú ves.
Tal vez el punto de partida ha sido el erróneo;
los caminos se bifurcan,
caminos de arena se deshacen en milimétricas partículas
y pierdo la pista de tu vuelo zigzagueante.
Mejor creo, es refugiarme en tu quietud;
el reposo de tu naturaleza en rosa
renovará mis fuerzas para explorar sigiloso
los puntos cardinales que encierran el secreto de tu íntima esencia. ¡Oh mujer esplendorosa!

Locura

Voces ocultas disfrazadas de verdades,
¿por qué os empeñáis en trastocar los sublimes silencios de mis soledades?
Harto estoy de reprimiros, ahogados y violentos susurros  volátiles;
huir de vosotros no puedo, el laberinto de mis nervios tuerce en las esquinas
el sonido carrasposo de vuestra carcajada equina
que pervierte las formas  de un mundo que apenas reinvento.
Palabras jocosas salen de la boca de las paredes y van escupiendo las estrofas de un himno sin tiempo,
callad por un momento, al menos mientras a vuestra melodía logro cogerle el ritmo.
.

Lapidación del deseo
impulsos amargos y reprimidos
que se transforman en el reflejo torcido
de una opción paralela.
Imagen perversa del infrayo negado
¿por qué reclamáis ahora, verdugos abnegados
la displicencia de mi interés viciado?
¡Hablad ahora! ¿Por qué habéis callado?

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Aclaración

Señor, Dios mío, no entiendo mi soledad;
no quiero vivir mas en esta cripta en que me he convertido,
aunque con espíritu vacilante hago la salvedad
que prefiero la penumbra de mi silencio al bullicio de los extrovertidos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Confesiones vergonzosas

Hubo una vez un sentimiento llamado país;
era la época de los tambores y las motosierras,
cuando las campanas de cristal apagaban su canto metálico
y el silencio de la penumbra daba paso a los marchantes de la muerte,
jueces improvisados de un Estado innerte
que delegaba su autoridad vehemente
a los hijos engendrados en una bacanal de venganzas.


El territorio inmaculado de una generación antigua
que había aprendido a reconocerse en los ecos dorados de un himno sin prisa
vomitaba ahora sus muertos, enterrados como semillas;
Agrupados, entrelazados en un rígido abrazo
que contrarrestaba el frío de un ocaso temidamente esperado,
arrinconados en una tumba colectiva que no dejaba mas espacio
que para lágrimas de angustia y miembros lacerados.
Cápsula subterránea de un tiempo veloz y finito
que va degradando los rostros y las figuras,
y con ellos, la esperanza de una justicia inválida y tan ciega
como la penumbra de aquel sepulcro improvisado,
coleccionista de huesos y de historias inconclusas.

Indiferencia

Mundo enajenado,
burbuja violenta que agita las paredes elásticas
de su universo alterno;
Corredor de imágenes inquietantes que guarda en su interior viscoso
el eco de un grito proveniente de una selva ajena e infinita,
escenario místico y brumoso de una danza macabra de cuerpos inertes
que caen como plomos tras el fogonazo apresurado
de una ametralladora hambrienta de muerte.


El pulso firme del verdugo
contrasta con la voz temblorosa de quien pide clemencia.
El acto final queda en familia
cuando la viuda futura es obligada a presenciar el desenlace sangriento
de un festival de horror que se hace eterno.


La obra amplía su tarima
en la medida que van apareciendo nuevos danzantes de manos callosas;
los fogonazos se extienden como flashes de la muerte mientras que los ríos de sangre
alimentan el césped de una escenografía indiferente.
El espacio es pequeño para albergar tantos cuerpos,
y un solo hombre se convierte en muchas partes
y las muchas partes se convierten en el llanto desgarrado que enluta
el ocaso de un día, agonizante y frío como sus protagonistas.


Mundo enajenado y ausente,
la línea divisoria ensancha sus contornos
para alejar a los molestos fantasmas que no encuentran reposo.
El espejismo de una vida se proyecta en el imaginario colectivo;
las paredes viscosas refuerzan su estructura vacilante;
las amarras refuerzan los nudos
y sin embargo, a pesar de aquella muralla de intenciones equivocadas
sigue llegando tenue aquel grito apagado proveniente
de una selva ajena e infinita.