Vistas de página en total

viernes, 4 de noviembre de 2011

Indiferencia

Mundo enajenado,
burbuja violenta que agita las paredes elásticas
de su universo alterno;
Corredor de imágenes inquietantes que guarda en su interior viscoso
el eco de un grito proveniente de una selva ajena e infinita,
escenario místico y brumoso de una danza macabra de cuerpos inertes
que caen como plomos tras el fogonazo apresurado
de una ametralladora hambrienta de muerte.


El pulso firme del verdugo
contrasta con la voz temblorosa de quien pide clemencia.
El acto final queda en familia
cuando la viuda futura es obligada a presenciar el desenlace sangriento
de un festival de horror que se hace eterno.


La obra amplía su tarima
en la medida que van apareciendo nuevos danzantes de manos callosas;
los fogonazos se extienden como flashes de la muerte mientras que los ríos de sangre
alimentan el césped de una escenografía indiferente.
El espacio es pequeño para albergar tantos cuerpos,
y un solo hombre se convierte en muchas partes
y las muchas partes se convierten en el llanto desgarrado que enluta
el ocaso de un día, agonizante y frío como sus protagonistas.


Mundo enajenado y ausente,
la línea divisoria ensancha sus contornos
para alejar a los molestos fantasmas que no encuentran reposo.
El espejismo de una vida se proyecta en el imaginario colectivo;
las paredes viscosas refuerzan su estructura vacilante;
las amarras refuerzan los nudos
y sin embargo, a pesar de aquella muralla de intenciones equivocadas
sigue llegando tenue aquel grito apagado proveniente
de una selva ajena e infinita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario